Es llegar a un país diferente al nuestro, a veces voluntariamente y otras por obligación.
Es posible que durante los primeros días en el nuevo país se sienta alegría y satisfacción por haber logrado salir del país de origen pero en general al cabo de un tiempo aparecen las dificultades propias de la inmigración. Creímos obtener trabajo y vivienda rápidamente lo cual en la mayoría de los casos no ocurre. Los requerimientos económicos para obtener vivienda a veces son múltiples y difíciles de llenar. Conseguir trabajo puede tardarse y tenemos que aceptar labores para las cuales no estamos emocionalmente preparados. Es indispensable aceptar el cambio de estatus personal y estar dispuesto a ser parte de ese nuevo país entendiendo y apreciando las diferencias para poder insertarse en una sociedad diferente que no necesariamente satisface las expectativas del recién llegado.
Si la inmigración no se planificó adecuadamente es posible que encontrar trabajo se convierta en una fuente de estrés, ansiedad e irritabilidad. Esta situación a la larga puede mermar la estima de la persona y transformarse en desesperanza y tristeza que puede evolucionar a una depresión. Estas dificultades emocionales perpetúan la situación de desempleo si la persona no tiene una fuente de apoyo emocional que le permita aceptar su situación de inmigrante y lo enfoque de manera tal que recuerde que son situaciones pasajeras que pueden ser superadas con éxito.
La inserción social requiere de flexibilidad y humildad por parte del inmigrante. Es necesario que se valoren las características e idiosincrasia de la nueva sociedad a la que se aspira a pertenecer pues la pertenencia es uno de los pilares de la autoestima. Si no se considera valiosa esta nueva sociedad no se encuentra el sentido de pertenencia.
Cuando el idioma del país que recibe es diferente al materno la dificultad es mayor pues hay un aislamiento intelectual, emocional, social y económico. La persistencia y fuerza interior son imprescindibles para remontar estos escollos que a veces no se tomaron en cuenta al decidir emigrar.
Por otra parte hay países dónde el rechazo a los inmigrantes (chauvinismo) es importante y puede hacer que la inserción sea aún más difícil pues la persona valora aún más sus costumbres originales y rechaza las del nuevo país.
En las etapas tempranas de la inmigración los sentimientos ambivalentes son frecuentes tanto hacia el país de origen por haber tenido que irse como hacia el país de acogida por lo difícil de la adaptación. Al mismo tiempo el amor por el país de origen se mantiene y hay gratitud hacia el país de acogida.
Como se dijo al principio no todos las personas que emigran tienen dificultades pues hay quienes utilizan la inmigración como una situación de reto que confrontan con fuerza, flexibilidad y deseos de aprender nuevas formas de vida y vivir experiencias muy diferentes a las propias de su país de origen. Con esta actitud aumentan su acervo cultural y su estima. En general experimentan procesos de vida que les permiten mejorar su calidad de vida por lo cual se hacen aún más resilientes.