Desde que hace mucho tiempo cuando uno de mis pacientes salía del país a trabajar fuera, en oportunidades, me llamaban vía telefónica para solicitar algún apoyo. En esa época para mí era muy llamativo el poder hacerlo pues el hecho de no ver a la persona me obligaba a afinar mis sentidos con la intención de darme cuenta de la emoción que acompañaba a la situación que me estaba consultando.
La primera vez que me ocurrió no pensé que la persona continuaría solicitando mis servicios pues le había sugerido que buscara a un profesional radicado en el área dónde estaba trabajando. Sin embargo me volvió a contactar y continuamos haciendo las sesiones vía telefónica. Con esta primera persona continuamos teniendo nexos que a veces son profesionales pero muchas veces son personales solamente para recordar el aprecio que nos tenemos.
Posteriormente fui contactada en muchas oportunidades más por recomendación de ese primer paciente.
En este camino he tenido experiencias muy curiosas. No puedo olvidar que en una ocasión me llamó una persona con un marcado acento pues no era venezolana que había conocido, por razones de trabajo, a un antiguo paciente a quién hacía años había dado de alta.
Lo curioso es que cuando me llamó se escuchaba un ruido terrible de fondo y el joven profesional gritaba a todo pulmón pues trabajaba en la perforación de un pozo petrolero localizado en el mar del norte que era su sitio de trabajo.
Trabajamos durante un tiempo e incluso continuamos haciéndolo cuando regresó a su oficina en su país de origen.
Cuando la tecnología avanzó continué atendiendo a mis pacientes usando Viber y luego Skype.
Hoy en día usamos una variedad de herramientas tecnológicas que no habíamos imaginado. Hace algún tiempo por diversas causas los venezolanos hemos comenzado a emigrar.
Este proceso que a primera vista pudiera parecer simple es complejo pues implica cambios personales, profesionales y sociales. Sumando a esto la dificultad de adaptarse a una sociedad diferente con una forma de comunicación que puede ser incluso sentida como “antipática” o cerrada.
Trabajamos durante un tiempo e incluso continuamos haciéndolo cuando regresó a su oficina en su país de origen.
Cuando la tecnología avanzó continué atendiendo a mis pacientes usando Viber y luego Skype.
Hoy en día usamos una variedad de herramientas tecnológicas que no habíamos imaginado. Hace algún tiempo por diversas causas los venezolanos hemos comenzado a emigrar.
Este proceso que a primera vista pudiera parecer simple es complejo pues implica cambios personales, profesionales y sociales. Sumando a esto la dificultad de adaptarse a una sociedad diferente con una forma de comunicación que puede ser incluso sentida como “antipática” o cerrada.