Yo no sé que edad tenía yo cuando mamá murió lo cual no es raro pues hacía un tiempo que mamá estaba acostada en una cama clínica en un cuarto al lado del comedor de la casa. Estaba muy enferma y sabíamos que ya no se podía hacer nada, papá nos había explicado que la habían llevado a muchas partes y todos decían que no había tratamiento.
Yo la verdad que me parecía todo muy raro porque mi mamá era una señora a quién yo conocía muy poco pues estuvo fuera buscando tratamiento con un hermano mío durante mucho tiempo. Cuando llegó fue un revuelo pero yo no participaba, creo que no entendía.
Por las tardes mis hermanas la sentaban en una poltrona tipo chaise longe, la arreglaban y le pintaban las uñas. A mí me parecía que era bonita porque las uñas eran rojas. Pero eso duró poco porque “algo pasó” y tuvieron que dejarla en el cuarto y ponerle sueros.
Siempre me decían que fuera a pedir la bendición en la mañana y en la noche. Me tenía que subir a una escalerita o un banquito no recuerdo bien, ella tenía los ojos cerrados, le decían que yo había llegado y abría los ojos y me bendecía. Al principio yo le oía bien pero luego la voz era más bajita y creo que hasta dejó de contestarme. Ya hacía rato que apenas abría los ojos.
No recuerdo cómo o cuándo pero sé que mis hermanas me dijeron que me iban a hacer un vestido negro con algunos bordados en blanco y que iba a tener que ir a medirme. Esa fue una decisión de mi papá. Al poco tiempo me dijeron que el vestido me lo estrenaba el día que mamá se muriera. Yo no le di importancia y tampoco entendía eso de la muerte.
Total, yo estaba muy entusiasmada con estrenarme ese vestido porque era de gente grande. Supongo que eso lo imaginaba por el color. Esta parte de la vida era una rutina, nada especial para mí: levantarse, cepillarse los dientes, desayunar, ir al colegio en el transporte, regresar, estudiar, bañarse, tarea y cenar. Yo jugaba sola porque era mucho más pequeña y solamente salíamos al colegio. A mí no me importaba porque siempre estaba en el piso de arriba dónde estaban los cuartos, jugaba lo que yo quería, brincaba, hablaba con Henry mi hermano ..., era de lo mejor. Me sentía tranquila porque nadie nos molestaba y abajo venía la visita del doctor o de amigos a ver a mi mamá.
Por la tarde noche venían visitas y mis hermanas –Mildred seguramente- me insistían que bajara a saludar porque eran amigos de la familia. Yo cumplía, saludaba y subía. Me di cuenta que a mi papá le molestaba cuando la visita estaba triste al saludarme y me mandaba a subir rapidito. Una noche prepararon mucha comida y una torta como grande y bien bonita, vino mucha gente. Había algo en el ambiente… me dijeron que mis papás cumplían muchos años de casados. Era raro porque no se sentía un ambiente alegre ni había música de fiesta, ni mis hermanas se vistieron diferentes y a mí me mandaron arriba como todos los días. Lo que sí, era que había mucha gente abajo que me saludaba pero … algo no me gustaba. Poco a poco la casa se fue llenando de gente, algunas pocas las conocía sobre todo de nombre pero a la mayoría no.
Noelie y Mildred me mandaron a dormir en mi cuarto, ellas se quedaron abajo. No estoy segura pero creo que en esos días nos recordaron que mi mamá se iba a morir pero que no pasaba nada.
Durante la noche alguno de los visitantes subió a buscarme para que viera a mamá. Baje y era un gentío. Lo que sí sé es que papá y Mildred me preguntaron como asombrados “¡Que haces aquí! Yo le dije que alguien me había ido a buscar para que fuera al cuarto, abajo, y viera a mamá. Uno de los dos me dijo: no! no! no! no! sube. Mildred me devolvió a la cama, yo seguí durmiendo.
En la madrugada Mildred me despertó y me dijo Nena te vas a levantar porque mamá se murió. Yo la vi llorando y me puse a llorar calladita. Al rato vino Noelie y me preguntó porque lloraba, le dije “Se murió mamá”. Ella me contestó algo como “Está bien, párate y vístete”. Nos vamos a estrenar los vestidos negros. Sé que luego vi el vestido y me encantó.
Bajé vestida y andaba dando vueltas por la casa entre la gente. Lo que recuerdo, debe ser mucho después porque es la urna y la gente. Me di cuenta que todo era triste pero mis hermanos y papá me aseguraban que todo estaba bien. Yo no lo dudé.
El siguiente recuerdo es que una prima, mayor que yo me dijo, creo que retándome, que le parecía que yo tenía miedo puesto que no iba a asomarme a ver a mi mamá en la urna. Yo decidí que iba, necesitaba el banco o la escalerita. Total fue que cuando me iba a asomar no recuerdo bien quien, vino un adulto y me dijo muy amable que no me asomara que allí no estaba ella, que solo había un cuerpo. No entendí nada pero no la vi.
Luego había una misa de cuerpo presente antes de sacar la urna. Yo quería de verdad estar allí pero no sé si fue papá o quien que buscó a una muy amiga de mamá para que me llevara a pasear. Yo no quería pero sabía que era inútil decirlo y me fui contra mi voluntad.
El último recuerdo de ese día es muy claro y preciso. Es la urna y las sillas alrededor. No sé si es mi imaginación… pero todo ese conjunto era muy bonito o elegante. Era como un teatro. Aún más la sensación no es de un recuerdo desagradable, más bien es como algo importante… señorial… y elegante…definitivamente todo esto visto ahora, adulta, es raro.
Tenía curiosidad de ir al entierro pero no me dejaron ir y por supuesto me sacaron a pasear con… alguien…
Otro recuerdo que tengo es de la misma prima mayor que me preguntó tiempo después ¿Qué haces si te sale tu mamá? Recuerdo que cuando contesté se quedó congelada o asombrada no se exactamente y corrió y se lo dijo a su mamá que la regañó por haber preguntado eso.
Mi respuesta fue “Creo que no me voy a dar cuenta porque no la conozco mucho.” Hoy en día me río de la ocurrencia a la vez, no dejo de asombrarme.
La muerte de mi mamá estuvo allí con nosotros mucho tiempo. Yo diría que nos acompañaba, sabíamos que venía. Ese transcurrir acompañados de la presencia de la muerte nos permitió aceptarla como parte de la vida, de la casa, de la familia y adquirir la seguridad y confianza de que estábamos siempre protegidos. Yo siempre me sentí cuidada, acompañada y apoyada.
Este pequeñísimo recuento de los últimos días de mi mamá en casa, se lo dedico a modo de agradecimiento a mis hermanos. A ellos luego les tocó estar allí, creo que no nos fue mal pero no era su obligación. Por ello, incluyo a mi papá y les doy infinitas gracias.
Mercedes